Por: Edwin Francisco Herrera Paz
En la avenida circunvalación norte de San Pedro Sula, cerca del semáforo del desvío a la Colonia La Mora, se colocan dos policías de tránsito permanentemente. Ponen unos cinco conos verdes fluorescentes (de esos nuevos) que cubren una parte de la avenida y se dedican a atrapar a los incautos conductores bocabiertas que transitan sin su cinturón puesto.
En la avenida circunvalación norte de San Pedro Sula, cerca del semáforo del desvío a la Colonia La Mora, se colocan dos policías de tránsito permanentemente. Ponen unos cinco conos verdes fluorescentes (de esos nuevos) que cubren una parte de la avenida y se dedican a atrapar a los incautos conductores bocabiertas que transitan sin su cinturón puesto.
Delmy, mi esposa, salió de la casa como a eso de las 3 de la tarde y cruzó los altos a gran velocidad como suele hacer. Dice ella que la lluvia afecta el sistema hidráulico del timón de su vehículo, y como ese día llovía a cántaros, no sé si es que el timón de verdad se trabó o es que ella no vio, pero el caso es que se llevó de encuentro uno de los conos verdes.
¡Grave! No hay peor ofensa para un policía de tránsito que atropellar un cono. Para decirle que es peor atropellar un cono que a algún familiar de él…
El silbato no se hizo esperar. Se acercó uno de los policías y le pidió a Delmy su licencia. Ella le mostró los papeles y entonces el policía le dijo:
“Señora, ¿No sabe usted lo que ha hecho?”
“Claro que sí” le respondió. “Aplasté un cono.”
“¿Y no sabe usted que esa es una falta grave? Para mí, usted a atropellado a mi comandante”.
“¿Su comandante?” replicó ella. “Pues su comandante está bien raro. No respira, no habla, no camina, y no sangra cuando se le atropella. Ni siquiera chilló cuando le pasé el carro por encima. Además, su comandante es de hule. ¿Y usted me está diciendo que eso es su comandante?”
“Así es, señora. Es mi comandante.” Insistió él.
“Pues su comandante debe ser muy bruto. ¿Qué comandante que se digne de serlo se va a quedar parado en medio de la calle esperando a que una doña manuda como yo lo atropelle? Es más, comuníqueme con su comandante para decirle que usted le está diciendo que es un bruto y además, pichingo de goma”.
“Eh, eh, eh, buenoooo, no, no, tal vez tiene razón y eso no es mi comandante,” dijo él.
Policías con sus Comandantes |
“¡Obvio que no es su comandante!” En este punto Delmy comenzaba a increparle con un tono más subido que le recordó al policía a su esposa cuando lo regaña.
“Lo que pasa es que a ustedes les tienen bien lavado el cerebro. Los convencen de que esa cosa de hule es su comandante, y por mucho que vean que no es así, ustedes lo creen. No los culpo.”
“Bueno, bueno, señora. Está bien, no es mi comandante, pero de cualquier forma esta es una falta grave y la multa son L.900.00.,” indicó el policía.
“¿Novecientoooooos?,” gritó Delmy indignada. “Mejor dígame donde venden esas cosas y le voy a comprar dos y me sale muchísimo más barato…”
La discusión se prolongó por unos quince minutos más, después de lo cual el policía no aguantó, y en tono de exasperación y a la vez de resignación terminó diciendo:
“¡Váyase ya, pues, señora!”
Delmy procedió a encender el carro, pero antes de arrancar alcanzó a oír que el policía le decía a su compañero:
“¿Ya ves que te digo Chepe? ¡Con estas viejas no sacamos tarea…!”
Lea También:
Jajajaja increible!!!!! Ahora ya se que tecnica usar cuando me quieran bajar 900 lempiras.
ResponderEliminarMuy Bueno y muy divertido, si que le puso picante, o no? jiji
ResponderEliminarLa verdad, no le puse picante. Todo sucedió exáctamente como fue narrado.
ResponderEliminar