Sucesos, Vida de Fe y Cristianismo en Honduras

jueves, 24 de febrero de 2011


Carta a mi Pastor Roberto Marroquín

Por: Nancy Paz
Gracias Pastor Roberto por todos estos años que me guió, gracias por haber sido mi pastor, mi amigo y un padre. Gracias por haber creído y confiado en mí. Siempre estará en mi corazón, se que en el cielo hay fiesta. Usted era un adorador de primera, nos enseño como amar a Dios sin importar las circunstancias. Usted me diría en este momento: “Nancy, no te cargués. Todo tiene un propósito. Todo estará bien. Dios tiene el control". ¡Lo extraño tanto! Un príncipe regreso a su casa pero dejó un vacio muy grande por aquí.
Usted no sólo era un pastor de miércoles y domingos, eran un pastor los siete días de la semana, las 24 horas del día. Usted nos formaba a nosotros para que transmitiéramos a los niños y jóvenes sus conocimientos. Como usted nos decía, entretenía a los viejos para formar a la verdadera generación. Recuerdo cómo los niños se quedaban quietos escuchándole. Yo siempre me pregunté como hace mi pastor para que 80 niños le presten atención, para que participen sin hacer relajo, si yo con 30 no puedo. Recuerdo cuando les dijo: “Dios tiene ojos grades que nos ven y oídos grandes que nos escuchan.” Que decir con los jóvenes la confianza que le tenían para poder hablar y contarle lo que los afligía, y usted con su sabiduría les mostraba el camino.
“Campamento Pura Vida” fue un campamento donde se logró lo que usted quería que todos tuviéramos, un encuentro real y genuino con Dios, enseñarnos que el Espíritu Santo es el que nos acompaña y nunca nos deja. No importando las circunstancias siempre Él está allí para ayudarnos. Nos dijo: “Relájense, tal vez nunca vuelvan a vivir este momento”, y sí que hablaba en serio.
Siento que estoy viviendo una pesadilla de la que me quiero despertar. Usted fue un ángel aquí en la tierra, cambio tantas vidas, restauró matrimonios, nos dejo su legado. Pastor, ¿cómo hago? Usted no me enseñó a no extrañarlo. Ayer miércoles se me hizo súper difícil llegar a la iglesia y saber que no lo vería. Recuerdo que los días que usted no predicaba era porque andaba de viaje o se sentía indispuesto, pero ahora usted se fue a un viaje del que no regresará. Le confieso que cuando los músicos estaban cantando y usted entraba y empezaba a cantar mi corazón se alegraba y mi espíritu se llenaba de la presencia de Dios. No tenia bonita voz, es cierto, pero su adoración para Él lo transformaba todo. Usted está ahora adorándole todo el tiempo como siempre quiso.
Usted siempre andaba con una sonrisa y nada le quitaba la paz. A estas alturas ya hizo un equipo de futbol allá en el cielo y más de algún gol le metió a Moisés. Tal vez esté jugando a la par de David, o tiene al padre de la fe en su equipo. ¿Ya les dijo que usted era el goleador de MJ, que siempre ponía verdes a los del equipo contrario? A usted no le gustaba perder, ahora todos se volverán goleadores porque no tendrán al mejor contrincante, jajaja.
Me contaron que lo maquillaron como a usted no le gustaba. Si hubiera una cocina en el cielo ya se habrá ganado a las cocineras para que le cuiden la dieta, ¡y que ni por molestar le ofrezcan frijoles! Allí no está la doctorcita para que le prohíba el café. ¿Sabe? Ella lo extraña tanto. A usted, era fácil seguirlo y trabajar por su visión.
Pastor, ¿qué paso que se nos adelanto? Aun no tenía 80 años pero como usted decía, “Dios es bandido, pero ¿cómo no adorarle? Usted siempre decía que le quiten todo menos su fe. Gracias por haber sido un ángel aquí en la tierra y habernos dado el honor de caminar a su lado. Espero no defraudarlo y seguir el camino que me enseño.
Siempre estará en mi corazón mi amado Pastor Roberto Marroquín.
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