Sucesos, Vida de Fe y Cristianismo en Honduras

viernes, 19 de marzo de 2010


Otros mundos

Lagos de metano en Titán, la más grande de las lunas de Saturno.


Dr. Edwin Francisco Herrera Paz. Quiero escribir hoy sobre otros mundos, pero no mundos cualquiera, sino mundos en donde fluye la vida, y no vida solo como la entendemos los humanos, sino en un sentido más extenso de sistemas autoorganizados, complejos y evolutivos, que no necesariamente subsisten en un medio acuoso o dependen de la química del carbono. Mundos extraños para el ojo humano, mucho más que aquellos de las historias infantiles de planetas de chocolate o algodón de azúcar. Comienzo con la pregunta de regla: ¿hay vida en otros planetas? o ¿somos exclusivos?

Para que subsista la vida basada en moléculas orgánicas como la nuestra se deben cumplir ciertas condiciones. Temperaturas cálidas pero dentro de ciertos límites, una atmosfera estable y lo más importante, agua líquida. Recientemente el rango de condiciones que se consideran favorables para la vida basada en el carbono se ha ensanchado. Por ejemplo, el rango de temperatura que hace posible la vida puede ir desde decenas de grados centígrados bajo cero hasta cientos de grados por arriba de este. Para el caso, las bacterias llamadas termófilas que habitan los estanques de los geiseres, o las fumarolas negras de las profundidades oceánicas, son capaces de soportar temperaturas que van desde los 75º hasta más de 100º C. gracias a que poseen una estructura compuesta por proteínas termoresistentes.

Los microorganismos que viven en nuestro planeta en condiciones extremas (llamados organismos extremófilos) nos ofrecen luz sobre la flexibilidad de la vida para adaptarse a diversos ambientes. La ciencia que estudia estos organismos y la extrapolación de sus hábitats a otros planetas se denomina astrobiología. Incluso nuestro planeta permanece inexplorado en su mayor parte, como el manto por ejemplo, que podría albergar formas de vida basadas en el azufre para la producción de energía.



Izquierda: Microorganismos extremofilos tiñendo de color las aguas de un río acido.




¿Y qué decir de formas de vida basadas en moléculas diferentes al ADN, ARN y las proteínas? En Titán, la luna más grande de Saturno, existe un ciclo de metano muy parecido al ciclo del agua en la tierra. Se especula sobre la posibilidad de vida en este y otros mundos, pero con una base química muy diferente. Es posible imaginar formas de vida asentadas en otros elementos diferentes del carbono, como el sílice, que al igual que el primero tiene cuatro electrones en su capa más externa, lo que le da su cualidad de semiconductor.


Y hablando del sílice y semiconductores, en una entrada anterior he expuesto que es posible imaginar seres vivos virtuales, con todas las características de los seres vivos reales, incluyendo un proceso evolutivo que los llevaría a adquirir una complejidad cada vez mayor. Estos organismos podrían, en teoría, desarrollar inteligencia suficiente para hacerse preguntas sobre sus propios orígenes y naturaleza. Si contáramos con los algoritmos adecuados para generar diversidad, evolución y competencia, la naturaleza misma del algoritmo permitiría un número infinito de configuraciones adaptativas potenciales a las que podríamos llamar vivas por derecho propio.

Las experiencias de los seres humanos están supeditadas a nuestras limitaciones espaciotemporales. En nuestro mundo cotidiano prima la fuerza electromagnética, que en última instancia es la que determina los enlaces entre los átomos para constituir las diferentes especies de moléculas orgánicas, el primer nivel de complejidad en la vida basada en el carbono. La fuerza electromagnética permite la formación de enlaces covalentes, iónicos y de hidrogeno, así como las fuerzas electrostáticas, hidrofobias, de van der Waals etc., que permite la formación de proteínas, hidratos de carbono, lípidos y ácidos nucleicos que constituyen a los organismos vivos terrestres.

Pero en la naturaleza existen tres fuerzas adicionales: la interacción nuclear fuerte (la más fuerte de las cuatro) que mantiene unido el núcleo atómico a pesar de la fuerza electromagnética; la interacción nuclear débil, responsable del decaimiento beta; y finalmente la más débil de todas: la gravedad.

Aunque la gravedad es la fuerza más débil tambien es la de mayor alcance y sus efectos se vuelven importantes a escala planetaria, y es la que mantiene funcionando (en orbitas) a los sistemas planetarios, las galaxias, las supergalaxias, y en última instancia “moldea” el universo. ¿Pueden las altas energías térmicas y la enorme gravedad existente en algunos rincones del universo (como en el centro de las galaxias) modelar la materia estelar para originar sistemas autorganizados y evolutivos? Serian seres vivos sin lugar a dudas, pero de una naturaleza tan distante a la nuestra que no los notaríamos.

Podríamos hablar también de otros ámbitos. Las teorías de cuerdas y branas, dentro del marco de la teoría cuántica predicen la existencia de universos paralelos, además de describir matemáticamente 11 dimensiones diferentes. Le explico: se puede saber ya sea la posición o el movimiento de una partícula, pero no las dos cosas simultáneamente, lo que se ha dado a conocer como ley de la incertidumbre de Heisenberg. Si usted analiza la trayectoria de un electrón, por ejemplo, no podrá ver su posición porque al parecer de hecho se encuentra en todas las posiciones permisibles al mismo tiempo. Pero cuando usted deja de medir el movimiento y mide la posición, el electrón tiene que decidirse por una en particular, y como el electrón es indeciso, en ese momento el universo se divide en dos: en uno el electrón está a la derecha, y en el otro a la izquierda. Es así como tenemos un número infinito de universos paralelos en todos los estados cuánticos posibles desde el inicio del universo; algunos sin vida y otros pletóricos de planetas habitados. En algunos usted no existe, y en otros la que no existe es su suegra.

Los mundos mas allá de nuestras tres dimensiones cotidianas resultan interesantes, puesto que un organismo de, digamos cinco dimensiones, nos podría ver a lo lejos, alejado en las dos dimensiones restantes, pero no podríamos verlo a menos que voluntariamente interceptara nuestras dimensiones. ¿Existen seres vivos en otras dimensiones, observándonos y controlándonos en cierta forma?

Resulta especialmente interesante el hecho de que dos partículas subatómicas son capaces de “comunicarse” a distancia de manera instantánea violando la suposición relativística de que ninguna señal puede viajar más rápido que la luz. Hay fenómenos (probablemente cuánticos) que se dejan sentir en los cerebros humanos. Debido a la gran cantidad de testimonios resulta difícil refutar algunos tipos de comunicación a distancia entre personas. Esto es frecuente entre individuos unidos por fuertes vínculos, como entre padres e hijos o entre gemelos idénticos. ¿Tiene el mundo espiritual reivindicado por nuestras religiones algo que ver con una disrupción cuántica? ¿Funcionan los cerebros humanos como algún tipo de “antena” que sintoniza con este mundo cuántico-espiritual en determinadas circunstancias?

Seres de otros planetas, seres galácticos, seres cuánticos, espirituales, ultradimencionales y hasta universales (¿por qué no?). En fin, la creación de Dios bulle en posibilidades que deben ser analizadas dejando por un momento de lado muchos antiguos paradigmas.

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