Sucesos, Vida de Fe y Cristianismo en Honduras

viernes, 31 de julio de 2009


SI EL NORTE FUERA EL SUR ¿SERÍAMOS LOS LATINOAMÉRICANOS PARTIDARIOS DE LA EUGENESIA?

Uno de los resultados de los descubrimientos científicos en el tema de la biología en el siglo pasado, fue el estudio de ciertas características de los individuos que no se transmiten de una generación a otra de la manera que describió Gregorio Mendel, que como se sabe, se le considera el padre de la genética. Los caracteres de Mendel se heredan de manera discreta. Por ejemplo, un padre con orejas de lóbulo flotante y una madre con orejas de lóbulo fijo, podrá tener, con cierta probabilidad, hijos con orejas flotantes o fijas, pero no habrá tipos intermedios. El tipo de caracteres a los que me refiero, por el contrario, exhiben una amplia distribución intermedia en los descendientes de algunos padres con características extremas y opuestas. La altura en los seres humanos es una de tales características. Si dos personas de estaturas muy disímiles tienen muchos hijos, estos exhibirán una amplia gama de estaturas en la descendencia: desde individuos tan altos como el padre mas alto hasta bajos como el padre más bajo, pasando por un abanico de estaturas intermedias. Pues bien, muchos, sino la mayor parte de los caracteres (llamados cuantitativos) se heredan de esta forma. A la escuela que comenzó el estudio de estos caracteres se le denominó Escuela Biométrica, y su máximo exponente fue Francis Galton.

La escuela biométrica obtuvo numerosos aciertos. Por ejemplo, a Galton se debe la sistematización del estudio de las huellas dactilares, muy usadas en la actualidad en criminalística. Posteriormente, de la Escuela Biométrica se deriva lo que se dio a llamar la Eugenesia, que es una filosofía social que sostiene que los individuos con características poco deseables deben ser removidos de la sociedad, o al menos evitar que se reproduzcan. En realidad, el sentido de la aplicación del conocimiento de la herencia dado por la Eugenesia no podría estar más lejos del verdadero sentir de Galton, aunque tristemente, se ligara a su nombre esta manera de ver la vida y la sociedad.

Los genetistas hoy en día estamos de acuerdo en que la diversidad en la naturaleza, las razas y etnias humana constituye una riqueza invaluable, sin embargo este no fue el sentir de algunos gobiernos. El Nacional Socialismo alemán la utilizó de bandera para justificar el genocidio a enorme escala, dirigido inicialmente contra el pueblo judío, aunque con miras a expandirse a otras etnias y a una diversidad de grupos entre los que cuentan los homosexuales, individuos con malformaciones congénitas, y un amplio etc. Todo el mundo sabe sobre los campos de exterminio de Hittler. Lo que pocos saben es que la eugenesia fue utilizada por otros gobiernos que incluso la incorporaron como política de estado. Si el gobierno en cuestión utiliza dicha política dentro de su territorio, no está bien, pero al menos lo hace dentro de su dominio. Lo que está francamente mal es la utilización de una política (que atenta claramente contra la vida humana) en el territorio de otros países considerados como amigos, únicamente porque a los gobernantes de turno les parece que el conocimiento que poseen en ese instante los hace dueños de la verdad, y que es su obligación moral utilizar este conocimiento aun a expensas de la vida y futuro de otros seres humanos. No es del dominio público (por lo menos no de esta generación) el hecho de que en tiempos de la Alianza para el Progreso se realizaran esterilizaciones masivas a jóvenes indígenas nulíparas en diversos países de América Latina. Sobra decir que se consideraba al indígena como inferior desde el punto de vista genético.

Pero ¿a que viene toda esta discusión sobre eugenesia? ¿Acaso no debemos perdonar los errores pasados? Bueno, hay que perdonar pero no olvidar, so pena de cometer los mismos errores. Quiero referirme a un tipo de discriminación que es tal vez igual al infligido por la eugenesia.
Desde la prehistoria el ser humano se ha movido por el planeta libremente poblando, conquistando o en busca de mejores territorios para la subsistencia. De acuerdo que el hombre es un ser territorial, y se ha encontrado desde entonces defendiendo su territorio de enemigos invasores. Es así como hay evidencia que sugiere que el Homo sapiens libró una pugna de miles de años contra el Homo neanderthalis a todo lo largo del continente europeo, acorralándolo en la península Ibérica y finalmente exterminándolo. Más recientemente, se han impuesto barreras al tránsito de seres humanos, los que para pasar del límite fronterizo de su país necesitan de permisos especiales de los gobiernos que los acogen. Las llamamos visas. De nuevo, no está bien la construcción de imponentes muros entre las fronteras. Estos son símbolos del enorme poderío de un país y gritan, explícitamente, que no se quiere la invasión de individuos con ciertas características, continuando con la terminología eugenésica, quizá menos favorecidos genéticamente, o que poseen simplemente una nacionalidad que sugiere que son inferiores desde algún punto de vista. Por ejemplo, el simple hecho de tener hambre y no poder saciarla en su país de origen habla mucho del patrimonio genético desfavorable del individuo en cuestión, ¿no es así? Pues bien, aunque esto esté mal, no se inmiscuye en los asuntos de las otras naciones y cada país es libre de hacer con sus ladrillos, cemento y acero lo que le venga en gana, aunque sea para la construcción de muros inútiles, que en algunas décadas serán derribados y que generarán opiniones desfavorables por parte de las futuras generaciones. Lo que quiero denunciar es un poco más sutil.


Sabemos que las personas ciudadanas de ciertos países no necesitan visa para entrar a otros países. Esto está muy bien. Pueden movilizarse libremente por el mundo sin ningún obstáculo. Entran donde quieren y trabajan donde quieren. Sin embargo hay ciudadanos de otros países (entre los que se cuenta Honduras) a los que la libre circulación en el mundo les es vedada. Tenemos que definir los motivos de esta diferencia para ser objetivos. Podríamos aducir la hipótesis eugenésica, de que es más probable que un individuo proveniente de una sociedad atrasada y pobre posea una desventaja en su acerbo genético, y por lo tanto no se quiere la presencia y reproducción de dichos individuos en una sociedad civilizada. Es difícil demostrar esta hipótesis, ya que Estados Unidos, por ejemplo, es un país de inmigrantes. La diversidad génica ha demostrado ser beneficiosa aportando multiplicidad de ideas y aptitudes en diferentes campos como la ciencia, la política, el arte y la industria.

Entonces está la hipótesis de la invasión masiva de individuos pobres, que como ratones que invaden una casa, invadirían los nichos laborales que deben ser ocupados por personas originarias del país desarrollado. Además, estas personas llevarían las desgracias de su país de origen, como delincuencia y pobreza, y al igual que los ratones, se reproducirían en mayor proporción que las personas nativas del país. Este es un buen punto. No un punto de vista muy humanitario, ni mucho menos cristiano. Solo un buen punto. Cabe preguntarse ¿Cómo es que un gobierno que se jacta de ser cristiano no actúa acorde? ¿Acaso no dice la Biblia en diferentes versículos que hay que ayudar al prójimo? No solo por conveniencia, sino siempre. El Cristianismo no es una religión que se practica por conveniencia. Se deben seguir sus preceptos SIEMPRE. Además, está demostrado que las personas hacen la riqueza. Si la riqueza de México sobrepasara a la de Estados Unidos, tal vez en ese entonces, la dirección de la onda migratoria se invertiría, y el imponente muro se llamaría entonces “El muro del Harakiri”. Lo llamo así en honor de los famosos Samurai que se atravesaban con su propia espada ante la vergüenza y deshonra, aunque en el caso del muro debo decir, bueno… que sería un Harakiri involuntario, o como diría un personaje famoso de la televisión, sin querer queriendo.

Volviendo al ciudadano del país pobre (léase latinoamericano), no solamente no tiene libre acceso al país rico. También debe pagar una considerable (desde el punto de vista del ciudadano del país pobre) suma de dinero. ¿Para poder entrar al país rico? No. Únicamente para poder optar a una probabilidad baja de poder entrar. No conozco la cifra exacta, pero estaría dada por la relación entre el número de personas que solicita visa y el número de estas a las que se les otorga. Haciendo un estimado, por lo que he podido observar, la cifra se encuentra en algún punto entre el 1 y el 50%, dependiendo de los ánimos arbitrarios de los funcionarios de las embajadas americanas.

A mi parecer, este es uno de los motivos (entre otros) por los que el presidente Chávez llama a los norteamericanos “Yankees imperialistas”. Desde luego, los insultos del presidente son una falacia. Todos sabemos que las decisiones de un país son tomadas por un pequeño grupo de personas encomendadas para dicho fin, sin embargo, el presidente Chávez tiene mucho cuidado de no ofender a estas personas. Por ejemplo, nunca he escuchado decir al presidente Chávez que una decisión tomada por un funcionario norteamericano específico, que afecte a los latinoamericanos, sea una decisión estúpida (no vaya a ser que le quiten la visa). Por lo tanto, los insultos del presidente son vagos, inespecíficos, no van dirigidos a nadie y tienen la única intención de causar un efecto mediático típico de su guerra asimétrica. Y como yo tampoco quiero problemas, seguiré la tónica de Chávez.

Desde luego, algunas de las decisiones tomadas por algunos dirigentes del gigante del norte son desacertadas por naturaleza. No digo que los funcionarios sean tontos, sino que hasta las personas más inteligentes son capaces de tomar decisiones tontas, así como también las personas tontas son capaces de actos inteligentes de vez en cuando (por ejemplo, algo bueno debe haber hecho el presidente Chávez por Latinoamérica, ¿o no?). Estas decisiones incluyen la construcción del inservible y vergonzoso muro que divide Estados Unidos y México y los altos costos por la solicitud de la visa americana impuestos a los latinoamericanos, actitudes estas que le permiten al presidente Chávez vociferar a pulmón partido: “Yankees imperialistas”. Xenofóbicos y eugenésicos, le agregaría yo. Ahora bien, si el norte fuera el sur, y la onda migratoria se invirtiera, orientándose de Estados Unidos hacia Venezuela, ¿Seríamos los latinoamericanos eugenésicos? En estos momentos, y dada nuestra bonita y admirable colección de gobernantes del bloque socialista tras la llamada “Cortina de Coca de las Américas” (término acuñado por mi emulando la "Cortina de Hierro" de la Europa de la Guerra Fría), la respuesta es afirmativa. Y debo añadir que eugenésicos y xenofóbicos de la peor calaña: sacrificarían a todo aquel que no porte las variantes genéticas comunistas.

Para terminar, un acto que considero de inconmensurable tontería de parte del gigante del norte es pensar que cancelar la visa de entrada a aquel país constituye el “castigo supremo” para un ser humano extranjero, como si de la visa al cielo se tratara. Piensan que negarle la posibilidad a una persona de visitar Disney World es el nompus ultra del desden. Nada más alejado de la realidad, pero mejor ya me callo, no sea que me cancelen mi preciada visa por andar hablando. O, pensándolo bien, tal vez inicie una guerra psicológica mediática y asimétrica personal contra “El Imperio”, de las que Chávez a puesto de moda, a ver que consigo. Saludos.

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