Sucesos, Vida de Fe y Cristianismo en Honduras

martes, 16 de junio de 2009


Buscando mis raices

Efesios 3:20 “Y a Aquél que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos, o entendemos, según el poder que opera en nosotros”.
Biblia Reina Valera 2004.

Debo confesar que los he engañado un poco. No tengo un genoma privilegiado como el de Einstein, Ramón y Cajal, García Márquez o Pelé, o como el de José de la Paz Herrera, David Suazo, Polache o Guillermo Anderson.
¿Que publico artículos en revistas científicas internacionales desde un país en desarrollo y sin apoyo de ningún tipo (excepto el de mis amigos extranjeros y algún amigo con influencia en los medios)? Cierto, pero no es nada que no se pueda hacer con un poco de imaginación, sentido común, perseverancia, tesón y fe. ¿Que levanto hasta 600 libras de peso en sentadillas? También es cierto, pero es debido a la disciplina, constancia, perseverancia y automotivación.
De paso les digo, el ejercicio físico rejuvenece la mente y el cuerpo, así que, póngase su calzoneta y sus zapatos tenis y vaya a hacer ejercicio dos horas al día. Si no tiene tiempo, hágalo. Los antiguos griegos lo sabían. “Mente sana en cuerpo sano”.
He aprendido que hay pocas cosas que un ser humano no pueda hacer si se lo propone y lucha tenazmente, utilizando en lo posible la razón y no sus emociones, y con la fe puesta en Dios, con la convicción de que Él cumplirá sus promesas en nosotros, de que nuestro valor viene de Él, que es dueño del universo, y que por lo tanto no habrá nada imposible para sus hijos. Y si nuestras oraciones no se contestan, o Dios nos está formando, o simplemente aquello que pedimos no nos conviene. Recordemos la palabra: “Todo lo puedo en cristo, que me fortalece”.
Desde hace algún tiempo he sido testigo de cómo las vidas se transforman formidablemente con la palabra de Dios. No me lo han contado. Lo he podido ver. Personas que antes valían menos que nada (por sus numerosas deudas y su bajo concepto de si mismas) surgen como grandes empresarias; he sido testigo de curaciones y otros milagros, que he podido comprobar aun bajo mi formación de investigador escéptico.
Yo, soy solo un mestizo más de mi patria Honduras. Aunque, como he dicho anteriormente, el mestizaje (así como el proceso de urbanización), en promedio mejora el acerbo genético aumentando la diversidad genética, la diversidad proteica y por ende, mejorando la adaptabilidad a diferentes ambientes. Al parecer, poseo un fuerte componente español de parte de mi madre, de italiano de mi padre, y por supuesto, el casi omnipresente componente indo americano por ambos lados. Siempre me ha intrigado el por qué de mi amor por las ciencias. ¿Tendrá un componente genético o será producto de influencias en la infancia? ¿Y el deseo de escribir? Todos en mi familia son abogados, lo que me ha hecho pensar que podría haber sido adoptado, y que por eso soy la “oveja blanca” de la familia. Sin embargo el enorme parecido físico con los demás miembros de mi núcleo familiar me hizo descartar dicha posibilidad.
Les voy a contar una pequeña historia de un hallazgo en mi familia hace un poco más de un año, el cual ha sido posible gracias a los avances de la tecnología moderna. Buscaba en Internet algo sobre los apellidos familiares, ya que como genetista me interesan las genealogías. Cuando en la casilla de búsqueda de Google coloqué “Doninelli”, me sorprendió el gran número de enlaces encontrados, ya que es un apellido poco común. Había uno que hacía referencia a un libro que se encontraba en ese momento en los primeros puestos de venta en Guatemala. El nombre del libro: “La zaga de los Doninelli, de Lombardía a Guatemala”.
Leon Doninelli Pozzi
Para mi asombro, los descendientes de los primeros Doninelli en Centroamérica (que llegaron a Guatemala, Costa Rica y El Salvador) tenía un grupo en internet en el que se comunicaban entre sí, compartían vivencias de sus antepasados comunes, etc. Fue más mi sorpresa cuando, al comunicarme con ellos, me di cuenta de su desconocimiento sobre descendencia Doninelli en Honduras. Pudimos corroborar nuestra relación de parentesco debido a una antepasada que cosechó muchos triunfos actuando como soprano en la prestigiosa Metropolitan Opera House, de Nueva York (ajá, de allí mi habilidad para el canto), que nos sirvió de referencia para trazar la genealogía común.
Pronto entablé comunicación con algunos de los miembros del grupo. Me obsequiaron una copia del libro, que leí ávidamente, en busca de características de mis familiares colaterales.
Me sorprendió la manera de cómo los mismos nombres se repiten en las familias. El nombre de Antonio, el fundador de la rama de Guatemala, es particularmente frecuente. Mi difunto tío llevaba ese mismo nombre. Otro nombre frecuente es el de Aída, el mismo que llevaba la soprano de la que les hablé, una tía de mi padre y otras descendientes de los otros países, de tal manera que pude descubrir que aun sin conocerse y a pesar de la dilución genética, cómo una rama con la otra comparten muchas características físicas y culturales.
Aida Doninelli
El mismo día en el que me enteré de la existencia de los Doninelli en el resto de Centroamérica, tomé el teléfono para llamar a mi abuela paterna, Carolina Doninelli, una persona que podría narrarme con lujo de detalles la historia de Carlo Emilio Doninelli, el hermano desconocido en la historia de los Doninelli que llegaron a diversos sitios de Centroamérica. Les había prometido a los Doninelli de Guatemala que reconstruiría la historia de los acontecimientos que se llevó a cabo aquí, en Honduras, con el objeto de ampliar el contenido del libro. En ese tiempo (hace año y medio) mi abuelita residía en la ciudad de Nueva York. Yo había tenido una relación cercana con ella en la época en que residí en esa ciudad, cuando fungí en el cargo de Vicecónsul General de Honduras.
Emocionado por la expectativa de la historia marqué el número; el timbre sonó por más de un minuto y nadie contestó. Me pregunté si un día viernes mi abuelita se habría ido a jugar a las máquinas tragamonedas de los casinos de Atlantic City, algo que ella hacía rutinariamente casi cada fin de semana. No insistí, pero pronto me daría cuenta de que mi falta de insistencia había sido un error: el domingo (dos días después) recibí una llamada de una de mis primas, quien me informó que mi abuelita acababa de fallecer. Sentí una profunda tristeza, tanto por lo especial que era y el cariño que le tenía, como por la invaluable fuente de información que se fue con ella.
Días después continué con mi búsqueda en Internet. Encontré una página sobre un prolijo escritor italiano llamado Luca Doninelli. Al ver su fotografía, me di cuenta del enorme parecido físico de Luca con mi difunto tío Toño (Antonio), que se puede apreciar a pesar del bigote de Luca, especialmente en la forma de su región frontal. Sobre mi inclinación por escribir, no tengo problema: la comparto con mi padre, mis hermanos y ahora se que con buena parte de la línea de los Doninelli, pero aun me intriga la raíz de mi amor por la ciencia.
Realicé una búsqueda de los otros apellidos familiares, pero son tan comunes en España y América que no pude trazar ninguna pista sobre posibles relaciones de parentesco. Estos apellidos son, Herrera (paterno), Paz y Guerra (maternos).
De paso, los apellidos de mi madre, cuyos significados son antagónicos por naturaleza, denotan su personalidad de joven, la cual, debo confesar, ha modulado recientemente desde que acogió los caminos del Señor. Mi abuela materna fue una mujer guapa y autocrática, de pelo blanco como la nieve. Mi abuelo materno era un caucásico inconmovible, de fenotipo típico del conquistador español, quien engendró una cantidad de hijos nada despreciable.
Tiburcio Carías
El apellido de mi bisabuelo paterno, Garrido, es abundante, aunque no tanto. Sé que a mi bisabuelo lo acusaron de ser el padre de nada menos que de 99 hijos. Aunque quitáramos la cantidad que en promedio corresponde a paternidades falsamente imputadas (10%), aun quedaría la formidable cifra de 90 hijos.
Mi abuelo paterno, trigueño y de fenotipo mestizo, fue un hombre de inteligencia formidable que se formó como abogado y técnico en radio en Europa con sus propios recursos. Luego regresó a Honduras, desposó a mi abuelita, tuvieron 6 hijos y había felicidad en la familia. Mi abuelo ejercía el cargo de Juez en el gobierno del Jefe de Estado y dictador Hondureño Tiburcio Carías Andino.
Mi abuelo se vio enfrentado ante uno de esos casos que cambian la vida y la historia de las familias. Uno de los ayudantes de uno de los generales y lugartenientes del General Carías decapitó a un hombre, ignoro yo con qué propósito. Mi abuelo recibió la orden de liberar al acusado de la cárcel, que mi abuelo, como hombre probo pero sobre todo justo que era, naturalmente desacató. Fue detenido y encarcelado, puesto en libertad y encarcelado de nuevo, repitiéndose este ciclo indefinidamente. En los momentos de libertad se dedicaba a embriagarse, pienso que por la decepción que le ocasionaba su situación. Finalmente, a los 54 años de edad, cansado y cuando por fin vislumbró la posibilidad de libertad permanente, murió. El diagnóstico del hospital fue Septicemia.
Espero no haberlos aburrido con un poco de mi historia familiar. Si dejo de escribir por algún tiempo en este blog, es porque me encuentro trabajando en un manuscrito en el que describo la estructura poblacional de algunas comunidades miskitas de Honduras, así como sus interrelaciones obtenidas mediante un análisis de las frecuencias de los apellidos, y algunos análisis genéticos. Aunque los investigadores no recibimos ningún tipo de estipendio por nuestras publicaciones, nos queda la satisfacción de la pequeña contribución en beneficio de la humanidad. Que tengan un buen día.

2 comentarios:

  1. Visitandole nuevamente, bendiciones.
    www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com

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  2. hola buenas tardes quisiera saber donde puedo conseguir el libro en Guatemala acerca de la biografía de Aida Doninelli, me re urge gracias :) (flacabella_mafer@hotmail.com)

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