Edwin Francisco Herrera Paz. Piense en lo que es usted desde el punto de vista de los sistemas complejos: una “estructura disipativa”. De los sistemas complejos, los seres vivos son especiales. Según la antigua termodinámica, estos violan la segunda ley, cosa que ahora sabemos que no es verdad: el aumento del orden local es siempre a expensas de un incremento en el desorden global.
Los sistemas vivos, llamémosle parafraseando a Prigogine, sistemas complejos alejados del equilibrio termodinámico, o simplemente estructuras disipativas, comparten una cantidad de características especiales e interesantes. Centrémonos en los seres vivos. Podemos analizar las estructuras vivas desde diversos niveles, cada uno de mayor complejidad que el anterior, aunque ciertas propiedades se repitan en cada nivel, como si de fractales se tratara. Por ejemplo, moléculas de diversas proteínas pueden unirse para formar una estructura y maquinaria molecular compleja, una organela, con existencia propia. Diversas organelas se unen para formar una estructura de mayor orden, llamada célula. A la vez, diversas células pueden unirse para formar una estructura de un nivel superior (un órgano o un organismo). Los organismos forman comunidades, las comunidades forman poblaciones, etc.
Algo interesante de este tipo de sistemas es que el funcionamiento de un nivel puede ser explicado completamente abstrayéndolo (o aislándolo) de los niveles inferiores. Por ejemplo, el comportamiento de un individuo lo podemos estudiar con técnicas psicológicas, sin necesidad de recurrir al estudio de cada reacción química cerebral. Esto es posible debido a que cada nivel presenta un conjunto de “propiedades emergentes” que no pueden ser explicadas reduciendo la estructura a sus componentes. Es interesante que un nivel pueda ser alcanzado mediante estructuras o componentes diferentes. Por ejemplo, un organismo inteligente y con capacidad de respuesta al ambiente podría ser construido, en teoría, a partir de circuitos electrónicos o a partir de moléculas orgánicas. Podríamos entonces tener las mismas propiedades en dos organismos con niveles inferiores completamente diferentes. Esto es posible porque en el nivel superior, los componentes de nivel inferior son importantes, pero lo son mucho más las relaciones entre ellos.
¿Pero por qué estructuras disipativas? Los sistemas complejos vivos no presentan una única solución a diversos problemas. Presentan una familia de posibles soluciones que los hace ser adaptativos, plásticos, pero a la vez, inestables. Por ejemplo, para poder sobrevivir los seres humanos necesitamos un rango estrecho de temperatura, agua, comida, etc. Aun así morimos, pero somos autoorganizados, nos reproducimos y evolucionamos hacia la complejidad. Cuando la complejidad ha alcanzado cierto tamaño, el crecimiento y evolución posterior está limitado por lo que yo llamo “restricciones de escala”, y toda evolución posterior tenderá a acumularse en el siguiente nivel de complejidad. Los seres humanos hemos alcanzado ciertos límites prácticos en nuestra evolución. Esto no significa que no continuamos sujetos a las leyes de la evolución, y de hecho, puedo demostrar que estamos evolucionando hacia un estado de mayor dependencia de la comunidad, pero el grueso de aumento en complejidad tiende ahora a acumularse en el siguiente nivel: la población. Si no, basta ver como las ciudades crecen, presentando desafíos de tipo urbanístico que deben ser solucionados para permitir un crecimiento subsiguiente.
Por eso hoy, hoy día de las madres, se me ocurre decirle a mi mamá: feliz día, estructura disipativa que me originó para perpetuarse, en su día. Finalmente solo le digo: Feliz día, mamá.
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