¿No que todos nos merecemos un nombre?
Recientemente, mi amigo y hermano en Cristo, Márvin, me hizo una pregunta que sacudió los cimientos en los que está construida mi percepción de las cosas en su más profundo significado. La pregunta de mi hermano Márvin fue la siguiente: ¿Por qué los huracanes tienen nombre y los terremotos no?
Pocas veces me he quedado callado ante una pregunta de tal naturaleza, pero debo confesar que esta vez no solo quedé mudo, sino perplejo, boquiabierto, anonadado, embobado, atontado y estupefacto. No frecuentemente manifiesta un ser humano a lo largo de su vida terrenal, un destello de genialidad de tal magnitud en su esencia más pura, que a mi parecer merece ser llamado “momento de inspiración sublime”, como el de Márvin ese día. Desde entonces he invertido horas reflexionando en esa pregunta, y pienso que ya tengo la respuesta, que expondré a continuación.
La personalidad de los climatólogos es usualmente extrovertida y alegre, dados a las fiestas, a la actividad farandulera y al espectáculo. Quizá por eso estudiaron meteorología: desde niños “pasaban en las nubes”. Esto ha hecho que se hayan inventado toda una nomenclatura para las actividades o fenómenos atmosféricos (o meteoros) llamados huracanes, de manera que estos no pasen desapercibidos en los libros de historia. Los geólogos, en cambio, son introvertidos y pasan gran parte de su vida en los más diversos y variados tipos de huecos, agujeros y hoyos, como cavernas, cuevas, volcanes etc., con poco contacto social.
Por otro lado, los climatólogos están convencidos de que su actividad los coloca más cerca de Dios, por pertenecer sus estudios a las alturas. Mientras, los geólogos trabajan cerca del inframundo, que se ha relacionado con todo tipo de criaturas malévolas, mezquinas, castigadoras y de aspecto grotesco, con pesuñas, dientes afilados, y cuernos ( estos últimos también los lucen algunos humanos varones).
Si usted no me cree, piénselo: ¿Qué noticiero serio que se jacte de serlo no tiene un climatólogo entre sus filas pronosticando el clima (aunque no peguen mucho)? Además, el climatólogo del noticiero es generalmente el de mejor look del programa, especialmente si el ejemplar es del sexo femenino, lo que hace que la sección sea interesante aunque no peguen una. Ahora, a ver, ¿Cuántos geólogos salen en los noticieros, anunciando, por ejemplo, el nivel freático para hoy? Adivinó: ninguno. Los climatólogos se hacen notar, por eso le ponen nombre a sus huracanes.
Yo digo: ¡Geólogos del mundo, uníos, haceros notar y ponedle nombre a vuestros terremotos! (siempre quise usar acento ibérico). Para comenzar, sugiero que al reciente terremoto de Honduras se le ponga el nombre de “Terremoto Márvin”, en honor a mi amigo por su genial idea.
Hola Dr. Herrera, pues pensandolo bien, cualquiera quedaria asombrado al escuchar un tipo de pregunta de ese tipo.. creo nadie la habia hecho jamas, el hermano Marvin anduvo mas alla de los rincones para poder sacar esa idea y formularse esa pregunta que pues hasta ahora solo existe la respuesta vista anteriormente. En mi opinion seria muy buena idea nombrar a los terremotos y pues lo deberian de hacer de acuerdo a la region o ubicacion donde surgió, pero indiscutiblemente no puede estar mejor nombrado el terremoto pasado, ya que esa idea, de no ser por Marvin creo que esa pregunta jamas hubiese existido. felicidades por el articulo, esta muy bueno. Y gracias a Marvin, ahora hay nuevos temas para pensar. Muchas gracias. AtTe- Norman Lopez
ResponderEliminarEl hermano Marvin dijo: "me niego rotundamente que el terremoto de 7.1 lleve mi nombre. Ese honor le debe pertenecer a mi lider inmediato, Pastor Rolando Lopez. Debe llamarse entoces Terremoto Rolando, en honor a la personalidad del Pastor. Que le pongan Marvin al otro, al más suave, de 5.4".
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